EMILIA ENAMORADA DE GALDÓS ENCARNADO

24.04.2024

La obra de teatro "Galdós enamorado" llegó a Norai hace unos meses, cuando nos propusieron que una parte de nuestros libros se subiesen al escenario y acompañasen en él a Emilio Gutiérrez Caba, María José Goyanes y Marta Gutiérrez-Abad. Un pedido tan singular, como inesperado, que no pudimos rechazar. Entre llamadas de teléfono, un viaje en coche, una obra de teatro sorprendente y un encuentro tras la misma, hemos descubierto a Emilio, María José y Marta. Sin egos alimentados por tantos años sobre las tablas. Personas sencillas, muy cercanas y  agradecidas que han permitido a Norai disfrutar de una experiencia maravillosa. ¡Gracias!

RESEÑA DE GALDÓS ENAMORADO. POR ERASMO REJÓN.

Si decía C. Baudelaire que en la representación de la vida hay que ser absolutamente moderno, el formato de la obra teatral Galdós enamorado lo consigue sin ningún género de dudas.

Sorprendente y epatante, la pieza bien podría llamarse Emilia enamorada, pues es sólo de ella de la que conservamos la correspondencia entre ambos en que se basa, si bien el objeto relatado es, efectivamente, el tal Galdós, el Hombre que pega un salto y hace un volatín hacia el Nombre cristiano heterodoxo, librepensador y liberal-progresista autor de la sublime Fortunata y Jacinta (1887).

O viceversa, y se humaniza y encarna para sentir, si es que lo hace, la amorosidad y la admiración de su compañera de fatigas literarias, ambos de fuerte carácter, a lo que responde de manera un tanto ceniza o aguafiestas (el tedio es el aliento de la eternidad), quizá propia de la sociedad pacata que le tocó vivir, que soterra/oculta los amores verdaderos, rompiendo los códigos propios que en esa clave de amor se dan, y ocultándolos en el silencio o la censura en pro de la mentira. Ahora, ello se somete a crítica desde nuestra actual perspectiva de la femenidad. El guión deja bien claro, no obstante, que no estamos ante una personalidad gris o tibia, la de Galdós, sino creativa y enfática, de un gran mundo interior.

Bajo la batuta de Alfonso Zurro, con actores de la talla, la naturalidad y la excelente calidad de María José Goyanes, de Emilio Gutiérrez Caba y de Marta Gutiérrez-Abad, y sobre las tablas del teatro Campos Elíseos de Bilbao, el pasado sábado día 13 de abril pudimos disfrutar de una obra que supera el Realismo decimonónico anquilosado, sirviéndonos para el ayer, para el hoy y para el mañana desde el atrevimiento del fabular sin miedo. Ese Realismo estático se rompe, en efecto, en la posibilidad de imaginar de forma necesariamente idealizada las distintas situaciones posibles que se puedan dar a partir de las cartas.

Es, precisamente, imaginar qué pasó con esas cartas desaparecidas lo que motiva inicialmente la trama, a medio camino entre un ensayo teatral con una directora de escena que opera como narradora omnisciente, la lectura dramatizada, una obra de teatro que desde su comienzo derriba la cuarta pared y un estudio crítico-literario.

Dimensión/simulación metaliteraria en la dialéctica teatral de un espectáculo vivificado, con ritmo y presencia de humorismo que establece una continuidad entre Vida y Literatura (las pasiones que tan bien retrataría el Naturalismo de Zola o de la propia Pardo Bazán, vividas desde la propia personeidad de nuestra gallega universal o desde su miquiño, como ella llamaba a Galdós).

Ese ritmo es fundamental en un público con una cierta tendencia al déficit atencional propio de nuestro tiempo histórico: diez escenas breves en representación fragmentaria, reforzadas por un minimalismo no exento de efectos audiovisuales, con elementos simbólicos (la collares, el smartphone, los sombreros) que sirven al público para identificar a los diferentes personajes que caracteriza un binomio de tan sólo dos actores.

Antagonismos preautonomistas e histórico-críticos (él, canario; ella, gallega) en torno a la sempiterna reflexión literaria acerca del problema de España (reflejado como la carencia de una visión interna nacional de conjunto). Si hay metaliteratura, también ha de haber metahistoria. Entender la tierra y el terruño se substancia en los debates intelectuales de la época (sus respectivos ingresos en la Real academia española, la cuestión del Nobel que pudo ser para Galdós…) y de épocas posteriores, como los de un franquismo satirizado en torno a la cuestión del pazo de Meirás (mandado construir por la Pardo Bazán y cuya triste historia no recordaremos aquí hoy), a partir de las figuras de un Franco balbuceante e incapaz de articular palabra con sentido alguno, como en un homenaje a Chaplin, si valiera la comparación y no fuera una mera referencia contextual para el público, y una Carmen Polo que siente vergüenza. No en vano, la autora vasca Eider Rodríguez define la vergüenza como rabia replegada, en este caso ante las pasiones humanas, lo que no hace sino demostrar la huella indeleble, el poso que deja la Literatura en el ser humano.

También se re-presenta una visión a futuro fuertemente digitalizada y turistificada que refleja la mentira del academicismo, el cual reduce la Literatura a un mero producto editorial de consumo, a una institución más al servicio de la Estructura capitalista, como ya advirtiera Juan Carlos Rodríguez.

La carta, en fin, como monólogo/prólogo personal que devora a estos seres mitológicos llamados Galdós(Benito) y Pardo Bazán(Emilia) en favor de la Verdad y de la Belleza al su Intrahistoria, y a otros tantos sometidos a la Historia que trata de sepultar a la auténtica Literatura. Benito fue, así es, testigo y a la vez testimonio/agente de la Historia de España.

Humor/Amor expresado en lisonjas y cuchufletas y en palabras que se susurran como un bálsamo frente a esa nadería de la Historia y sus nacionalísimos episodios.

Tarde-noche de libros en movimiento, sí, al amparo de la música de Beethoven, y de la mano de nuestro Balzac, de nuestro Dostoievsky, de nuestro Dickens, de nuestro roturador del secarral intelectual que a veces ha parecido erróneamente nuestro país… de nuestro Galdós.

Desde la Nada, desde el vacío, desde el sueño, desde la fábula, desde la ficción… Desde el más puro y a un tiempo desde el más moderno teatro. Telón.