POR FIN EN EUROPA, DONDE SE DESVANECE EL SUEÑO DORADO PARA DEJAR PASO AL REALISMO DE UN CONTINENTE, QUE NOS NECESITA PERO, DONDE NO TODOS NOS QUIEREN (3ª y última parte)

07.04.2023

Fue como volver a nacer

Nos atendieron médicos y personal sanitario. También nos dieron ropa, zapatos y comida. Luego, nos llevaron a un centro de acogida. Después de transcurrida una semana, pude hablar con mi padre y la familia en Bilbao. Me enviaron el dinero necesario para comprar el billete. Viajé a Torino, Milán y finalmente llegué a Bilbao. Yo hice solo todas las gestiones, aunque no sabía hablar italiano. Habían pasado más de siete meses desde que salí de mi pueblo.

¿Cómo ha transcurrido el tiempo desde que llegaste a Bilbao? ¿Se acabaron los problemas?

Que va. No ha sido fácil. En primer lugar, me tuve que acostumbrar al clima. Como no tenía costumbre de pasar frío, mis manos, y mi piel en general, se agrietaron. Menos mal que ya me he acostumbrado. Los seis primeros meses viví con un tío. Como la mayor parte de mis compatriotas, comencé vendiendo bolsas, camisetas, paraguas, cinturones, etc. Pero no tengo suerte para vender. Podía pasar una semana sin vender nada. Así que, busqué otra cosa.

Me llamó un señor para trabajar en Murcia, en el campo. Como no tenía documentación, tuve que hacerme con una, pagando una cantidad mensual.

Ya os conté que yo soy sastre, así que me resultó muy duro trabajar en el campo. Sin embargo, aguanté y fui pasando por diversos pueblos. Allí trabajan cientos de personas migrantes cortaba lechuga, brócoli, naranja, mandarina, albaricoque, etc.

Por primera vez pude enviar dinero a mi madre y a mis hermanos. La pandemia me pilló en Lorca. Eso dificultó el transporte para ir a trabajar.

En lugar de ocho personas, en cada furgoneta sólo podíamos viajar solo cuatro, así que muchas veces me quedaba sin poder viajar. Me resultaba difícil pagar el alquiler.

Entonces, decidí volver a Bilbao. En el bus íbamos muy pocas personas, porque la gente estaba confinada. No fue fácil encontrar trabajo, pero contacté con una asociación que se llama Koop SF34. Tiene un taller de costura para personas migrantes. Allí hacía mascarillas y, de esta manera, pude pagar el alquiler y la comida. Más tarde, contacté con Mara, que tiene un proyecto de ropa de segunda mano. Fabricaba bolsas, mascarillas y gorras.

¿Cómo conociste a la Asociación Norai?

En ese momento, a través de Mara, que había estado viviendo en uno de los pisos de Norai, me puso en contacto con la Asociación para solicitar una habitación, en una de las viviendas colectivas. Tuve que esperar unos meses, hasta que quedara libre una plaza, pero el 1 de enero de 2021 llegué aquí. Hasta ahora.

¿Qué tal te encuentras?

Super bien. Estoy tranquilo, vivo muy a gusto. La relación es buena con la gente que comparte la vivienda y sé que puedo contar con la Asociación, como en su día lo hice para tramitar mis papeles. Tengo mi habitación, no me falta de nada. En el piso comparto con los demás. Ahora tengo papeles y un trabajo más o menos estable.

¿En qué trabajas?

Trabajo en la madera. Me hicieron contrato.

Así que ahora, ¿te planteas visitar a tu familia, en Senegal?

Claro, es mi gran ilusión. Echo mucho de menos a mi madre, a mis hermanos y amigos. Llevo más de seis años sin verles. Hablo con ellos por teléfono, pero no es lo mismo. Quizás pueda ir en enero del año que viene, cuando me den vacaciones.

Será una fiesta en tu casa.

Sí. Además, me quiero casar. Mi novia me ha esperado todo este tiempo. Es muy maja. Estudia idiomas y espero que pueda venir un día conmigo. Se llama Marrén.

Después de esa larga travesía, por fin has llegado a puerto y has encontrado un lugar de descanso. Precisamente Norai es el lugar donde amarran los barcos, descansan y comparten sus experiencias.

Norai es una asociación muy buena. Me han ayudado mucho y tengo la seguridad de saber que puedo contar con ellos. Aquí vivo muy tranquilo.

Te agradecemos mucho haber compartido con nosotros tu historia de vida. Seguro que tu experiencia puede ayudar a otras personas.

Así lo espero. El viaje, en su dificultad, me ha ayudado a aprender muchas cosas.