REFUGIADOS DE LA GUERRA DE UCRANIA EN NORAI: EL RETO DE INICIAR UNA NUEVA VIDA

12.05.2023
A causa de la guerra, ocho millones de ucranianos, principalmente mujeres y niños/as lo han dejado todo buscando refugio. Experimentan con fuerza la añoranza de su país y la incertidumbre ante el futuro. Tienen en común la vivencia del desgarro y el duelo por su vida anterior.

Durante la entrevista, las emociones fueron de un extremo al otro: del llanto a la risa; del agradecimiento a la infinita nostalgia por un país siempre recordado con temblor.

Myroslava, Iryna y Sofiia vivían en Kiev, pero cuando estalló la guerra se encontraban en Bucha, a unos 30 km de la capital. ¿Cómo recuerdan ese día?

Cuando empezó la guerra yo estaba despierta. Escuché los primeros tiros. El apartamento donde nos encontrábamos estaba a tan sólo 4 kilómetros del aeropuerto y los cohetes estallaban cerca de nuestros ojos. Estábamos juntas las tres, abuela, madre e hija y vivíamos escondidas en el sótano, sin poder dormir, hasta que nos evacuaron. Nos incorporamos al segundo convoy humanitario, con el que pudimos llegar hasta la frontera, escoltados por el ejército. Tardamos tres días en llegar, porque nos desplazábamos de noche. No fue posible regresar a nuestra casa en Kiev, porque era demasiado peligroso, así que nos llevaron directamente a la frontera polaca. En Polonia los voluntarios nos llevaron a Austria, Italia y finalmente España.

¿Qué hacían en Bucha, antes de la guerra?

Fuimos a la casa de amigos, por unos días. Sabíamos que la guerra iba a comenzar y quería salvar a mi familia, dice Iryna. Nuestra casa en Kiev está cerca de la estación de tren, así que temíamos por nuestra vida, al tratarse de un lugar estratégico. Bucha es la ciudad donde estudiaba farmacia mi hija Sofiia y yo viajaba a Kiev para trabajar.

Es difícil imaginar qué ocurre cuando la vida que llevaban hasta entonces se ve interrumpida a causa de la guerra.

Ahora ya nos encontramos algo mejor, pero al principio nos resultaba muy difícil adaptarnos a la nueva situación. La guerra es muy dura para todos, pero más si cabe para los jóvenes de esta edad, porque ellos tenían sus propios planes y expectativas y un día todo eso se acaba. Nos llevó un tiempo decidir a qué país íbamos a ir. Finamente optamos por España. Valerii se unió a nosotras desde Italia, donde se encontraba antes de la guerra.

¿Por qué eligieron Bilbao?

En Polonia conocimos a unos voluntarios que nos dieron información sobre Bilbao, diciéndonos que se trataba de una región industrial. Nos pareció más fácil encontrar trabajo aquí. Además, el clima aquí es mejor para nosotras. No demasiado cálido. También nos gusta mucho el carácter de la gente, tienen el alma abierta. Llevamos aquí un año.

¿Cómo fue la acogida en Norai?

En Norai hemos encontrado gente muy buena. Tuvimos mucha suerte desde el primer día, pues conocimos a gente que en todo momento nos ayudó. De otro modo, no sé qué sería de nosotros. La verdad es que, en un principio, todo nos sorprendió. Para ser honestos, nunca hasta ahora, en toda nuestra vida, habíamos encontrado tanto cuidado y atención con nosotros como aquí.

Nos alegramos mucho, verdaderamente. Iryna, en Ucrania, ¿en qué trabajaba?

Trabajé como auditora, con un abogado y daba clases de matemáticas. Estudié tres carreras universitarias: ingeniería industrial, derecho y matemáticas. Cuando vienen mis alumnos no les gustan las matemáticas, pero a final de curso les encanta.

Salvo la abuela, Myroslava, el resto estamos estudiando en la EPA (Educación Para Adultos). La abuela estudia castellano con una voluntaria de Norai. Ella estudió filología, y daba clases de ruso y polaco. La familia viene de la zona cercana a Polonia. Sus antepasados llegaron a esa zona en 1673. Su apellido es polaco. Hasta los siete años no hablaba ucraniano, solo polaco. En 1939 esa zona pasó a formar parte de la Unión Soviética. Nuestra vida no ha sido fácil.

¿Todavía tienen familia en Polonia?

Probablemente, pero no se pudieron mantener en contacto, por lo que no sabemos dónde viven. Algunos fueron a los Estados Unidos, en 1937. Debido a las represiones políticas no fue posible seguir en contacto con ellos.

Y en Ucrania, ¿todavía quedan familiares?

Sí, una hermana de mi madre, que vive en Jmelnitsky.

En Bilbao, ¿tienen contacto con otros ucranianos?

Sí, tenemos conocidos que compartieron con nosotros en nuestra primera etapa aquí. Otros viven en Santurce. En la EPA estamos en dos clases diferentes. 

Valerii nos cuenta que Iryna ha tenido problemas de salud, pero ahora se pondrá al día con el castellano, ayudada por los alumnos aventajados, que van por delante. Y la abuela sigue con Ana sus clases personalizadas.

Es cierto que cuando uno es joven, con el tiempo podrá vivir otra etapa. Será posible rehacer la vida, aunque siempre estará marcada por lo ocurrido.

Lo teníamos todo allí: casa, trabajo, planes y nuestra felicidad. En un día todo se vino abajo. Es muy difícil de asumir. Hay gente que busca voluntariamente un mejor destino en otros países. Esta es otra mentalidad, somos diferentes y a nosotras nos cuesta adaptarnos a la nueva situación. Pero entendemos que la vida se ha torcido y no queremos quedarnos de brazos cruzados, así que empezamos a planear algo y queremos vivir felices.

Y algún día lo harán. Así lo deseamos. ¿Qué les gusta especialmente de aquí?

Según nuestros sentimientos, España es como Ucrania. Nos recuerda mucho a nuestra patria y sentimos calor en el alma, aunque tenemos muchas ganas de regresar a Ucrania. (La abuela dice que recordar les resulta doloroso.)

De Bilbao nos gusta todo. Aunque resulte extraño, la naturaleza es parecida a la que vi en mi infancia, en casa de mi abuela. A veces se me olvida que no estoy en Ucrania. España es diferente a otros países europeos. Aquí no te sientes un extraño. En Alemania te sentías un extraño todo el tiempo, aunque hablases el mismo idioma.

¿Quisieran decir algo más?

Quiero decir que ha sido un gusto en hablar con vosotros, gracias por dar voz y cobijo a nuestra familia. Esperamos seguir en contacto. Muchas gracias.